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Billy Schofield analiza cómo la Inteligencia Emocional puede mejorar el rendimiento de los equipos, resolver conflictos e impulsar el éxito de las organizaciones.
El liderazgo eficaz de proyectos requiere algo más que conocimientos técnicos y habilidades estratégicas en el mundo dinámico e interconectado de hoy en día. La Inteligencia Emocional (IE), un concepto popularizado por el psicólogo Daniel Goleman, se ha convertido en crucial para establecer relaciones productivas, mejorar el rendimiento de los equipos y lograr el éxito organizativo. La IE engloba la capacidad de reconocer, controlar y gestionar las propias emociones, así como de ser consciente de los sentimientos de los demás. Los líderes de proyectos que brillan en IE pueden navegar por dinámicas interpersonales complejas, inspirar a sus equipos e impulsar cambios significativos.
La base para comprender las emociones en la inteligencia comenzó en la década de 1920. El psicólogo Edward Thorndike introdujo la idea de «inteligencia social», que se refiere a la capacidad de comprender y manejar las relaciones interpersonales1.
En los años 80, Howard Gardner amplió esta idea con su teoría de las Inteligencias Múltiples, identificando la inteligencia interpersonal e intrapersonal como formas críticas de la capacidad humana2.

El modelo de Goleman destaca cinco elementos esenciales de la inteligencia emocional: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales. Cada uno de ellos contribuye de forma única al liderazgo eficaz de los proyectos.
La autoconciencia es la base esencial de la inteligencia emocional (IE). Implica reconocer y comprender las propias emociones, fortalezas y limitaciones. Los líderes conscientes de sí mismos pueden evaluar objetivamente sus desencadenantes emocionales y sus comportamientos, lo que les permite responder reflexivamente en lugar de impulsivamente. Por ejemplo, un líder que se enfrente a plazos muy ajustados podría reconocer su estrés y aplicar estrategias para mantener la compostura, garantizando la claridad y la concentración en la toma de decisiones.
La autorregulación, que se basa en la autoconciencia, consiste en gestionar los impulsos emocionales y mantener la estabilidad emocional. Los jefes de proyecto con una capacidad de autorregulación eficaz muestran flexibilidad, perseverancia y honradez. Pueden mantener la calma en las crisis, gestionar los conflictos de forma constructiva y crear un entorno estable y digno de confianza para sus equipos. La autorregulación fomenta un ambiente de justicia y coherencia, esencial para la cohesión del equipo.
En el contexto de la IE, la motivación se caracteriza por un impulso interno hacia la consecución de objetivos para la realización personal, más que por recompensas externas. Los jefes de proyecto emocionalmente inteligentes sienten pasión por su trabajo y están comprometidos con la excelencia. Su motivación intrínseca inspira a los demás y establece un alto nivel de rendimiento. Por ejemplo, un líder motivado puede encabezar iniciativas innovadoras y persistir ante los retos, demostrando dedicación a los objetivos de la organización.
La empatía implica reconocer las emociones de los demás y conectar con ellas. Los jefes de proyecto que expresan empatía comprenden las necesidades emocionales de los miembros de su equipo. Escuchan activamente, reconocen las diversas perspectivas y ofrecen apoyo en los momentos difíciles. Practicar la empatía no sólo fortalece las relaciones interpersonales, sino que también mejora la toma de decisiones al tener en cuenta el impacto humano de las opciones de liderazgo. Por ejemplo, los líderes empáticos pueden ofrecer acuerdos laborales flexibles para ayudar a los empleados a gestionar sus retos personales, mejorando así la moral y la productividad.
Las habilidades sociales se refieren al establecimiento y mantenimiento de relaciones eficaces, la comunicación efectiva y la resolución de conflictos. Los jefes de proyecto con sólidas habilidades sociales destacan en la colaboración, la negociación y la creación de equipos. Inspiran confianza y crean una cultura de comunicación abierta en la que todos se sienten valorados y escuchados. Utilizando sus habilidades sociales, los líderes pueden unir a equipos diversos en torno a una visión compartida y superar sin problemas los retos organizativos. Las habilidades sociales consisten en desarrollar y mantener relaciones eficaces, comunicarse con éxito y resolver conflictos con eficacia. Los líderes con grandes habilidades sociales prosperan en la colaboración, la negociación y la creación de equipos. Cultivan la confianza y fomentan la comunicación abierta, garantizando que las personas se sientan valoradas y reconocidas. Aprovechando sus habilidades sociales, los líderes pueden unificar equipos diversos en torno a una visión compartida y sortear con destreza las complejidades de la dinámica organizativa.
La investigación destaca el papel fundamental de la IE en el éxito del liderazgo. Según los estudios de Goleman, en particular en su artículo de 1998 de la Harvard Business Review «¿Qué hace a un líder?» la IE explica las diferencias significativas entre los líderes de alto rendimiento y los líderes medios en puestos directivos. Esto se debe a que, aunque necesarios, los conocimientos técnicos y las capacidades cognitivas son insuficientes para gestionar las dimensiones humanas del liderazgo3.
Los jefes de proyecto emocionalmente inteligentes crean un entorno en el que las personas se sienten motivadas, apoyadas y capacitadas. Fomentan la seguridad psicológica, alentando el diálogo abierto, la innovación y la colaboración. Los estudios, como los de Edmondson (1999) sobre la seguridad psicológica en los equipos, ilustran cómo el liderazgo emocionalmente inteligente puede establecer la confianza y la apertura, que son cruciales para el éxito del equipo. Los equipos dirigidos por líderes con alta IE son más cohesionados, resistentes y adaptables al cambio.4.
El conflicto es inevitable en cualquier proyecto. Los jefes de proyecto con una IE elevada pueden gestionar los desacuerdos de forma constructiva, transformando las posibles perturbaciones en oportunidades de crecimiento. Al reconocer las emociones subyacentes que impulsan los conflictos, pueden abordar las preocupaciones con eficacia y facilitar la resolución.
Las iniciativas de cambio suelen encontrar resistencia debido al miedo, la incertidumbre o el escepticismo. Los líderes emocionalmente inteligentes pueden superar estos retos abordando las preocupaciones de las partes interesadas con empatía, generando confianza y comunicando una visión convincente. Su capacidad para inspirar confianza y compromiso garantiza transiciones más fluidas y resultados sostenibles.
Aunque algunos individuos pueden tener una aptitud natural para la IE, se trata de una habilidad que puede desarrollarse mediante la práctica deliberada. Los estudios, como la investigación de Goleman sobre la inteligencia emocional y el trabajo de Bradberry y Greaves en «Inteligencia Emocional 2.0», aportan pruebas de que los ejercicios dirigidos y la autorreflexión constante pueden mejorar significativamente la IE con el tiempo.5.
A continuación encontrarás estrategias para cultivar la IE:
La inteligencia emocional es una competencia «blanda» fundamental para el liderazgo eficaz de proyectos. Al mejorar la autoconciencia, el autocontrol, la motivación, la empatía y las habilidades interpersonales, los líderes pueden fomentar la confianza, motivar a sus equipos y lograr el éxito dentro de la organización. A medida que evolucione el lugar de trabajo, la IE seguirá siendo un activo indispensable, que permitirá a los líderes navegar por las complejidades de la dinámica humana con aplomo y eficacia.
Como dijo la distinguida psicóloga irlandesa Maureen Gaffney6 expresa
«La abrumadora evidencia de cientos de estudios realizados por Daniel Goleman, el experto más conocido en inteligencia emocional, y sus colegas, es que la autoconciencia -la capacidad de comprender y gestionar tus propios sentimientos y de motivarte a ti mismo, y la capacidad de comprender y motivar a los demás y de establecer buenas relaciones- es un componente clave del éxito en el trabajo.»
Literatura de referencia
1Thorndike, E. (1920) «La inteligencia y sus usos», revista Harper’s [Preprint].
2Matthews, D. (1988) ‘La teoría de la inteligencia múltiple de Gardner: An evaluation of relevant research literature and a consideration of its application to gifted education’, Roeper Review, 11(2), pp. 100-104.
3oleman, D. (1998) «¿Líder?», Harvard Business Review, 93, p. 102.
4Edmondson, A. (1999) «Seguridad psicológica y comportamiento de aprendizaje en los equipos de trabajo», Administrative science quarterly, 44(2), pp. 350-383.
5Bradberry, T. y Greaves, J. (2009) Inteligencia emocional 2.0. TalentSmart.
6Gaffney, M. (2011) Flourishing: How to achieve a deeper sense of well-being and purpose in a crisis. Penguin UK.
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